Matías Lammens, el fernandismo y la hora de la verdad . El anuncio de la baja de Cristina a la candidatura presidencial y su declinación centrista en favor de Alberto Fernández redefinió el arco dramático de la telenovela política. La ex presidenta pareció volver demostrar que no sólo es la única que puede tocar la piel magullada de una sociedad con un cuadro clínico depresivo, sino que todos bailan los temas que ella propone. Primero fue el tango de la sinceridad y después un vals con reminiscencias de la marcha peronista. Ardieron los grupos de Whatsapp. Los asados con entraña o alitas de pollo según el lado de la grieta de la precariedad en que se encontrasen los comensales se extendieron en conjeturas y especulaciones. Así y todo la ciudad murmuró una entusiasmada perplejidad durante todo el fin de semana. El sol -o la lluvia- pegaron de otra manera; las preguntas fueron casi siempre las mismas. ¿El macrismo pierde en primera vuelta? ¿Macri se baja y la política argentina, finalmente, se entibia? ¿Pasamos de la hora de los hornos a la hora de los acuerdos? ¿De la hoguera de las vanidades a la ducha fría de la posibilidades? ¿Significó el movimiento de Cristina la última dentellada con la que la corporación política terminó de deglutir al movimientismo instituyente de 2001 que en ciertas ráfagas el kirchnerismo llevó al Estado y que el macrismo draculizó en clave neoliberal? ¿Cristina nestorista, la primera lemming de la grieta?