Tras el paso de Alberto Fernández y Sergio Massa por Washington, la semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) profundizó su debate interno por el caso argentino. ¿Qué hacer? ¿Flexibilizar más las metas que debe cumplir el país? ¿Acceder al pedido del Gobierno y hacer nuevos desembolsos de dólares para evitar un agravamiento de la crisis?
En Washington y también en Wall Street hay un consenso de que, así como está planteada, la situación de la economía argentina luce inviable. Esta vez no alcanza con flexibilizar la meta en una variable -por más que sea la de acumular reservas en el Banco Central-, sino que lo que hacen falta son dólares.
A la Argentina le faltarán este año unos u$s20.000 millones por culpa de la sequía, y ninguna medida alcanzará para compensar semejante golpe.
Por ahora, el FMI aceptó una modificación en la meta de acumulación de reservas. También que el Gobierno avance con un desdoblamiento cambiario, con la puesta en marcha del «dólar soja 3» y un «dólar agro» para el resto de las economías regionales.
También es probable que, más adelante, se avance con una extensión del calendario de pagos, estirando algunos vencimientos.