Mientras el autobús se dirigía desde el corazón agrícola de Brasil a la capital, Andrea Barth sacó su teléfono para preguntar a sus compañeros de viaje, uno por uno, qué pensaban hacer cuando llegaran.
“Derrocar a los ladrones”, respondió un hombre.
“Sacar al ‘Nueve Dedos’“, dijo otro, en referencia al presidente de izquierda de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien hace décadas perdió parte de un dedo en un accidente de trabajo sucedido en una fábrica.
Mientras los pasajeros describían sus planes de violencia, más de cien autobuses llenos de simpatizantes de Jair Bolsonaro, el expresidente de extrema derecha, también descendían en Brasilia, la capital.