Hace dos semanas Facebook publicaba un extraordinario comunicado titulado «Plantándole cara al odio». En el texto, la plataforma reconocía su incapacidad previa para identificar y prevenir determinados discursos de odio, muy especialmente aquellos relacionados con el nacionalismo blanco. A partir de ahora, anunciaba la compañía, toda manifestación relacionada con la ideología supremacista quedaría prohibida.
¿Por qué? Algunos acontecimientos contribuyen a entender la repentina decisión de Facebook. Por un lado, los atentados terroristas de Christchurch, en los que un joven blanco neozelandés abrió fuego en dos mezquitas locales acabando con la vida de medio centenar de personas. El autor, radicalizado en los foros extremistas de Internet, de filiación neofascista y supremacista, retransmitió la masacre en directo a través de Facebook Live.