En medio de sus necesidades electorales, el gobierno de Mauricio Macri parece urgido por dar buenas noticias que muestren que la Argentina está en una senda de crecimiento.
El 75/80% de la soja que cosechan los productores argentinos se muele en grandes fábricas, que trituran el poroto para obtener dos subproductos: la harina y el aceite. Como en ese proceso, conocido como “crushing”, el gobierno exprimió la noticia sobre un nuevo acuerdo sanitario para venderle harina de soja a China hasta sacarle jugo. Había que impactar. Lo impone la coyuntura política.
Apresurado, informó el presidente Mauricio Macri en las redes sociales: “ACUERDO HISTÓRICO: VAMOS A EXPORTAR HARINA DE SOJA A CHINA. Después de 20 años de negociaciones llegamos a un acuerdo. China es el mayor consumidor del mundo de proteína vegetal para alimentación de ganado y ahora vamos a venderles un producto con mayor valor agregado”.