El 20 de marzo, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas publicó su Informe mundial de la felicidad, que califica anualmente el bienestar en países de todo el mundo. Por sexto año consecutivo, Finlandia ocupa el primer puesto.
Sin embargo, los finlandeses dicen que la clasificación responde a una realidad más compleja.
“Yo no diría que somos muy felices”, opinó Nina Hansen, de 58 años, profesora de inglés en un colegio de Kokkola, una ciudad mediana de la costa occidental de Finlandia. “De hecho, desconfío un poco de esa palabra”..
Hansen fue una de más de una decena de finlandeses que entrevistamos —entre ellos una inmigrante zimbabuense, un violinista de folk metal, una exatleta olímpica y un granjero lechero jubilado— sobre lo que, supuestamente, hace tan feliz a la gente de Finlandia. La edad de los entrevistados oscilaba entre los 13 y los 88 años y representaban una gran variedad de géneros, orientaciones sexuales, orígenes étnicos y profesiones. Procedían tanto de Kokkola como de la capital, Helsinki; de Turku, ciudad de la costa suroccidental; y de tres pueblos del sur, este y oeste de Finlandia.