El momento en que me di cuenta de que necesitaba romper con mi celular llegó hace poco más de dos años. Había tenido una bebé hacía poco y la estaba amamantando en una habitación oscura mientras se acurrucaba sobre mi regazo. Era un momento íntimo y tierno… excepto por un detalle: ella me observaba, pero yo revisaba el catálogo de picaportes de la era victoriana en eBay.