Como si se tratara de un animal que cambia el pelaje y sus pulsaciones a medida que envejece, un grupo de científicos se propuso aplicar las leyes evolutivas de la biología a la música popular norteamericana. En lugar de apelar a la valoración crítica (cualitativa), utilizaron un algoritmo (cuantitativo) para analizar el patrón sonoro de algunos éxitos y detectar los cambios que se produjeron en la armonía, los acordes y el timbre de la voz, entre 1960 y 2010. Así identificaron tres grandes hitos que se ubican en 1964, 1983 y 1991.