Tal vez Roberto Feletti nunca lo diga, pero no se necesita que haya una filtración periodística para saber que Cristina Kirchner sabía sobre su renuncia antes que el ministro Martín Guzmán y que el propio Alberto Fernández. La decisión del ex secretario de Comercio, lejos de ser una actitud personal, es apenas un eslabón más en la cadena de gestos que amplían la brecha interna del Gobierno.
Pero, en este caso, el mensaje político implícito en la renuncia es mucho más específico que el de otros momentos de debate interno. Ya no se trata de cuestionar genéricamente el «modelo» económico -que Cristina definió como «de exportación con bajos salarios»- ni de criticar en general al acuerdo con el FMI.
La renuncia de Feletti tiene un título inequívoco: para el kirchnerismo, llegó la hora de poner sobre la mesa la suba generalizada de retenciones a la exportación agrícola, y se debe hacer por decreto presidencial, porque no hay margen político como para que esa medida pueda ser aprobada en el Congreso.