Hoy no hay dudas de que el principal problema de la economía es la elevada inflación. Esa es la causa central del mal funcionamiento del sistema económico que no le permite crecer. Si tomamos la última década (2012-2022), podemos advertir que la inflación se cuadruplicó -pasó de 23% anual al 92% actual- mientras que el PBI per cápita se redujo 7%.
Asimismo, existe amplia evidencia en la literatura que muestra que, a partir de cierto umbral (ubicado entre el 20% y el 40% anual, dependiendo del trabajo), se observa una clara relación negativa entre esta variable y el crecimiento (ver, por ejemplo, Barro, 1995; Bruno y Easterly, 1998; Khan y Senhadji, 2001).
Si examinamos desde 2010 en adelante, hubo solo dos países en el mundo que durante todos los años presentaron una inflación anual superior al 20%: Argentina y Venezuela. Ojo, eso no significa que sean los casos más críticos. Por ejemplo, Líbano —que en 2010 tenía una inflación del 4%— tuvo una crisis económica en 2019 (con corralito incluido) que llevó a que la inflación fuera del 155% en 2021; Sudán presentó una escalada inflacionaria prácticamente ininterrumpida, que pasó del 11% en 2010 al 383% en 2021; Zimbabue, cuya inflación había sido prácticamente nula en toda la década, fue afectada por una sequía histórica que hizo que la inflación superara el 550% en 2020. Lo que distingue a la Argentina de estos países es que acá no se observó ninguna catástrofe económica, política o climática.