Era una frase corta en un periódico dominical alemán, pero para el gasoducto Nord Stream 2, fue potencialmente tan dañina como un terremoto.
«Espero que los rusos no nos fuercen a cambiar nuestra posición sobre el Nord Stream 2», dijo el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, en momentos en que la disputa con Moscú se intensificaba por el envenenamiento del crítico del Kremlin Alexei Navalny.