No es habitual ver llorar al hombre al que muchos habían tildado de «escoria» y «sociópata» por aprovecharse de los más débiles.
Pero cuando un juez de Brooklyn, en Nueva York, leyó la sentencia por la que tendrá que pasar siete años en la cárcel, Martin Shkreli no pudo evitar que se le cayeran las lágrimas.
El joven de 34 años, fue el director ejecutivo de la farmacéutica Turing y desde hace unos años manejaba dos fondos de inversión.