Una avalancha de dólares en la principal economía del mundo. Así podríamos imaginarnos qué es exactamente lo que ha ocurrido en Estados Unidos en el último año.
Los estímulos puestos en marcha por el gobierno de Donald Trump para paliar los efectos de la crisis económica provocada por el coronavirus incluyó el envío de sustanciosos cheques a los trabajadores o generosos créditos a empresas.
A este gasto fiscal de las arcas públicas se sumaron los esfuerzos de la Reserva Federal para mantener la liquidez del sistema bancario y que las entidades pudieran seguir prestando.
Pero ese dinero no salió de una caja acorazada. Se creó de propio para poder afrontar la situación.