«¡Presidente, presidente!». El grito en un estadio de béisbol de Venezuela en diciembre no era para Nicolás Maduro ni para un líder de la oposición, sino para el empresario Lorenzo Mendoza.
El multimillonario se ha convertido para muchos en un ideal, en el único candidato que ven capaz de aglutinar a todos los opositores y de derrotar a Maduro en las inminentes elecciones presidenciales, que se celebrarán antes del 30 de abril.
El problema para estos opositores es que, de momento, sólo es un deseo, una ilusión, una abstracción. Y un reflejo de la división que sufre una oposición peleada que debe buscar sin dilación a un candidato.