A todos nos ha pasado y es una sensación perturbadora.
Estamos en lo nuestro, ensimismados, concentrados en alguna tarea u objeto y, de pronto, percibimos algo como una alteración en el ambiente, una energía externa que proviene de otro lugar. Levantamos la cabeza y vemos que alguien tiene su mirada clavada en nosotros.
¿Cómo lo supimos?
A pesar de que esa mirada pueda ser de intimidación, admiración o compasión, el haberla detectado no deja de ser sorprendente para nosotros. Como si tuviéramos un sexto sentido.
La ciencia ha intentado encontrar respuestas a este fenómeno conocido como «percepción de la mirada» y, aunque no hay resultados concretos, sugiere que hay una compleja red neurológica detrás de esta habilidad.