La noticia pasó completamente desapercibida, pero se trató de un momento enormemente simbólico para Irlanda del Norte. En marzo de 2022, el nivel de amenaza terrorista en la provincia británica se reducía, por primera vez en 12 años, de «grave» a «sustancial». El líder del Nuevo IRA, uno de los principales grupos de disidentes republicanos, había sido detenido por los servicios de inteligencia del MI5 y se consideraba que la organización estaba desmantelada.
Los ataques, o intentos de ataques, se habían reducido notablemente hasta llegar a una ausencia virtual de actividad. Pero el Nuevo IRA no se estaba disgregando. Lo que estaba haciendo era reorganizarse. Y el pasado 22 de febrero volvió a actuar.
El agente John Caldwell, una de las figuras más destacadas de la Policía de Irlanda del Norte (PSNI, por sus siglas en inglés), recibía varios disparos por dos encapuchados mientras estaba fuera de servicio y entrenaba un equipo de fútbol juvenil. Todo bajo la presencia de su hijo. El agente sigue hospitalizado y sufrirá secuelas de por vida. El MI5 se ha visto obligado, por tanto, a realizar una nueva evaluación y este martes la amenaza terrorista se elevaba de nuevo a «grave», el segundo más alto en una escala de cinco.