La locomotora económica de Europa emite señales preocupantes.
Aunque en diciembre, el banco central alemán, el Bundesbank, predijo un crecimiento del 1,6%, el pasado viernes, su presidente, Jens Weidmann, rebajó esas expectativas a menos del 1%.
Y este dato negativo no es aislado, sino que se suma a una tendencia iniciada el año anterior que preocupa a una de las principales economías del mundo.
En el último trimestre de 2018, el PIB (Producto Interno Bruto) alemán se contrajo un 0,2% y no recuperó el crecimiento en los tres primeros meses de 2019.
Datos que no son graves, pero que sí sorprenden y preocupan en el caso de Alemania.