Eres un típico americano en 1870. Vives en una granja. Si eres un hombre, probablemente comenzaste una vida de trabajo manual cuando eras un adolescente, que terminará cuando estés discapacitado o muerto. Si eres mujer, dedicas tu tiempo a las tareas domésticas que requieren mucho trabajo. Si eres negro o cualquier otra minoría, la vida es aún más dura.
Estás aislado del mundo, sin teléfono ni servicio postal. Cuando cae la noche, vives a la luz de las velas. Defecas en un retrete afuera de la casa.
Un día, te quedas dormido y despiertas en 1940. La vida es totalmente diferente. Tu casa está «conectada a la red»: tienes electricidad, gas, teléfono, agua y alcantarillado.
Te maravillan las nuevas formas de entretenimiento, como el fonógrafo, la radio y el cine. El Empire State Building se cierne sobre Nueva York, rodeado de otros edificios imposiblemente altos. Puede que tengas un coche, y si no lo tienes, habrás conocido a gente que sí lo tiene. Algunas de las personas más ricas que conoces incluso han volado en avión.