Si ganara la presidencia, Hillary Clinton de inmediato intentaría encontrar puntos en común con los republicanos en temas como la reforma migratoria y el gasto en infraestructura, con lo cual se arriesgaría a agitar la ira de los liberales que esperan con ansias poner sal en la herida del partido de la oposición.
En sus primeros 100 días, también elegiría a mujeres para conformar la mitad de su gabinete con la esperanza de brindar un nuevo tono y una sensibilidad de colaboración a Washington; además, vería más allá de Wall Street para buscar talento en lugares como Silicon Valley… quizá atraería a Sheryl Sanberg, de Facebook, y tal vez le pediría a Tim Cook, de Apple, que se convirtiera en el primer secretario de gabinete abiertamente homosexual.