Lydia (86), Isidoro (90) y Haydée (90) se sienten activos, plenos y entusiasmados. Conviven en una residencia para personas mayores donde además de compartir talleres pueden desarrollar sus propios proyectos. Clases de yoga, sesiones de terapia por videollamada y asesoramientos a una ONG constituyen las principales actividades que los sostienen y los ayudan a sentirse mejor. En constante búsqueda de un envejecimiento saludable, el camino recorrido revela el atajo que les permite resignificar un presente cargado de energía positiva. Sostener el trabajo que realizaron durante años es la fórmula que aplican para potenciar una mejor calidad de vida.
Puertas adentro del Hogar LeDor VaDor, en el corazón del barrio de Chacarita, Lydia Brodsky apura a sus alumnas para empezar las clases de yoga. Desde su habitación, Isidoro Uberman ajusta el sonido de su computadora para atender las consultorías de una institución de Melbourne. Y Haydeé Toronchik, psicoanalista, espera el llamado de uno de sus pacientes en el SUM del sector que, por 45 minutos, se transforma en su consultorio.
Las historias de los profesionales +85 dan pistas del cambio de paradigma que viene a complejizar la economía plateada. Se jubilaron hace tiempo y encontraron en la continuidad de sus ocupaciones la clave para sentirse activos, productivos y con la salud emocional a raya.