Las precauciones contra la covid han convertido muchas partes de nuestro mundo en una gigantesca barra de ensalada, con barreras de plástico que separan a los dependientes de los compradores, dividen a los clientes en los salones de manicure y protegen a los estudiantes de sus compañeros.
La intuición nos dice que un escudo de plástico protegería contra los gérmenes. Pero los científicos que estudian los aerosoles, el flujo de aire y la ventilación dicen que la mayor parte del tiempo las barreras no ayudan y probablemente brindan a la gente una falsa sensación de seguridad. Y a veces estas barreras pueden empeorar las cosas.
Las investigaciones sugieren que, en algunos casos, una barrera que protege a un empleado detrás de una caja registradora puede redirigir los patógenos a otro trabajador o cliente. Las hileras de pantallas de plástico transparente, como las que se pueden encontrar en un salón de manicura o en un aula, también pueden impedir el flujo normal de aire y la ventilación.