Nadie sabe cómo acabará la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, pero la mayoría de los escenarios van de mal a peor. Para entenderlos, hay que empezar por considerar a la que es sin duda la rata más famosa del mundo.
Según todas las apariencias, Putin está hoy aislado y en su propio mundo mental. A diferencia de sus predecesores soviéticos, íbles; decide solo. Y al igual que otros tiranos actuales y anteriores -me viene a la mente Saddam Hussein- tiene motivos para preocuparse de que su propio fracaso político tenga menos probabilidades de acabar en una tediosa pero plácida jubilación que en algo más violento y abrupto.