viernes 22 de septiembre de 2023
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QAnon: una conspiración, todas las conspiraciones

El miércoles 6 de enero de 2021 quedará registrado en la historia de Estados Unidos como el día en que un grupo de personas, participantes de una marcha de apoyo al presidente Donald Trump, irrumpió en el Congreso de una forma tan sencilla que parecía como si un equipo de paintball hubiese capturado la base enemiga.

La figura paradigmática de la toma fue el autodenominado Q-Shaman, un tipo disfrazado con un casco con cuernos que parecía sacado de una representación barata de un vikingo en el cine de mitad del siglo XX, o de una reunión de los Búfalos Mojados, la logia a la que acudían Pedro Picapiedra y Pablo Mármol (disculpen centennials por la paleorreferencia). Ese día y el siguiente, con el tema en casi todas las tapas de los diarios estadounidenses, el público normie comenzó a adentrarse en QAnon, la teoría conspirativa más ¿eficiente? de los últimos años, que terminó construyendo una especie de movimiento detrás de ella.

Q-Shaman no es más que un ejemplo paradigmático del estado de situación actual dentro del sector trumpista: una mezcla de teorías de la conspiración con lo que me animaría a describir como un «LARPEO» extremo. Para quienes no provengan de las catacumbas geeks, nerds o chaneras, el término «LARPing» es desconocido. Pues bien, la sigla LARP significa «Live Action Role Playing», que en español podría traducirse como «juego de rol en vivo». El LARPing, o LARPEO, es una práctica común entre gente que, por ejemplo, recrea ferias medievales. Grupos de personas que se juntan un fin de semana a simular que están viviendo en la edad media y se comportan en consecuencia.

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