Cuando Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, el administrador de fondos más grande del mundo, lanzó una advertencia a sus clientes, no pasó inadvertida.
Les dijo que solo haría negocios con empresas que beneficiaran a la sociedad de alguna manera. «Sin un sentido de propósito, ninguna compañía, ya sea pública o privada, puede alcanzar su máximo potencial».
Otros multimillonarios estadounidenses, como Warren Buffett, Bill Gates o Ray Dalio han hecho llamados para reducir la desigualdad, como si una voz de alerta estuviera murmurando en sus oídos que, para salvar el capitalismo, hay que arreglarlo.