Naomi Macarthur, instructora británica de gimnasia de 28 años, decidió hacerse implantes de pecho en 2014. A las pocas semanas, recuerda, comenzó a «sufrir síntomas espantosos».
«Recuerdo que tenía dolores severos en el estómago», dice. «Y el cansancio era como si hubiese corrido un maratón y hubiese cavado un millón de trincheras, pese a que no había hecho nada».
«Escribir con un lápiz también era agotador», asegura.
Con el paso del tiempo, su estado de salud empeoró: comenzó a sufrir una larga lista de síntomas que incluyen pérdida del cabello, alergias y erupciones cutáneas.