Durante las últimas 10 semanas, los seguidores del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro habían acampado afuera de la sede del ejército brasileño, exigiendo que los militares revirtieran las elecciones presidenciales de octubre. Y, durante las últimas 10 semanas, los manifestantes encontraron poca oposición por parte del gobierno.
Luego, el domingo, muchos de los ocupantes del campamento salieron de sus carpas en Brasilia, la capital del país, condujeron algunos kilómetros y, al unirse cientos de otros manifestantes, invadieron el Congreso, el Supremo Tribunal Federal y las oficinas presidenciales.
Para la mañana del lunes, las autoridades estaban barriendo el campamento. Desmantelaron las carpas, retiraron pancartas y detuvieron a 1200 de los manifestantes, llevándoselos en autobuses para interrogarlos.