Aunque la celebración de la Navidad es una época feliz, también trae consigo otros problemas. Los efectos psicológicos de las fiestas pueden incluir sentimientos de soledad y aislamiento, así como un aumento del estrés y de la presión para cumplir las expectativas.
En el plano económico, las fiestas pueden provocar gastos excesivos y tensiones financieras, así como un aumento de la deuda de los consumidores. Además, la temporada navideña también puede suponer una carga para el medio ambiente, ya que el aumento del consumo de bienes y servicios puede contribuir a las emisiones de gases de efecto invernadero y otras formas de contaminación. Entre ellas, el desperdicio de alimentos.
En todo el mundo, se calcula que alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos se desperdicia, lo que tiene importantes repercusiones medioambientales, económicas y sociales.
En términos de impacto medioambiental, el desperdicio de alimentos contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que la descomposición de los alimentos en los vertederos produce metano, un potente gas de efecto invernadero.
Además, la producción de alimentos requiere una gran cantidad de recursos como agua, tierra y energía, por lo que desperdiciar alimentos también significa desperdiciar estos valiosos recursos.