“Vos tranquilo, poné orden en lo que tengas que poner”. La frase de Cristina Fernández en Avellaneda marcó el respaldo de la vicepresidenta al Presidente y repuso en escena la necesidad de que avance con cambios en la gestión de cara a la segunda etapa de su mandato. Alberto Fernández deberá ajustar los criterios con que gobierna la residencia de Olivos y permite que quienes lo entornan hacen y deshacen en su nombre, pero, sobre todo, tendrá que evaluar qué variantes tiene a mano para darle a su gabinete mayor volumen en un doble movimiento que le puede servir para contentar a su vice y protegerse de las detonaciones que hoy impactan directo sobre su cuerpo.
En la lista de los apuntados dentro y fuera del Frente de Todos aparecen primero el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi; el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y, una vez más, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Son los funcionarios que rodean al Presidente y los que cuentan con su mayor confianza. Con historias y funciones muy distintas entre sí, están hermanados por una razón: hasta hoy, Fernández no se concibe a sí mismo sin estar escoltado por ese trío. De los tres, Cafiero es el que más tiempo lleva resistiendo la presión mixta del cristinismo y el massismo por ocupar su lugar, el más codiciado en el organigrama de gobierno. En el cierre de listas, el Presidente reiteró que lo considera imprescindible.