Las palabras pesan. Decir «quemar libros» pesa. Decir «bajo la mesa» pesa. En este contexto de irritación y miedo en el que vivimos -la pobreza o la muerte es una disyuntiva presente- cada frase golpea como caída de muy alto, con envión. Y es algo así: vienen desde lejos, vienen de su historia. Pero empiezo desde el principio.
La discusión creció muy rápidamente. La ensayista Beatriz Sarlo había dicho que le ofrecieron vacunarse por izquierda -«bajo la mesa»- y que lo había rechazado aunque estaba a favor de la vacuna: «Prefiero morirme ahogada de Covid». Eso fue a principios de febrero.
Unos días después saltó el affaire de la «vacunación VIP» y las palabras de Sarlo se resignificaron. La citaron a declarar en la justicia. Contó que el gobierno bonaerense le había ofrecido inmunizarse como parte de una campaña de apoyo a la vacuna, antes de que se vacunaran otros y aunque no vive en provincia. Sería algo público. Eso es lo que Sarlo rechazó.