«Creo firmemente que con los esfuerzos y el duro trabajo de todos ustedes Evergrande saldrá de su momento más oscuro», escribió Xu Jiayin, presidente del gigante inmobiliario en una carta dirigida a sus empleados esta semana.
El optimismo expresado por Xu en la misiva dista mucho de la visión que tienen acreedores y analistas internacionales sobre la crisis que enfrenta la empresa inmobiliaria más endeudada del mundo.
Un gigante al borde del colapso que ha remecido a los mercados bursátiles y ha encendido las alarmas ante un posible «efecto contagio» de la crisis al resto de la economía china y al sistema financiero internacional.
Evergrande, que maneja 1.300 desarrollos inmobiliarios en 280 ciudades del país, tiene en vilo a sus acreedores -dentro y fuera de China-, a sus proveedores, a sus empleados y a las miles de familias que invirtieron sus ahorros en la compra de viviendas y ahora temen quedar arruinados.