Hay un adagio, que no se sabe bien de dónde salió, que a los ejecutivos de la música les gusta citar cada vez que llega otra demanda por infracción de derechos de autor: “Donde hay un éxito, hay una demanda”.
El juicio por la canción de Ed Sheeran “Thinking Out Loud” (2014), ganadora de un Grammy, que comenzó la semana pasada en el Tribunal Federal de Distrito de Manhattan, es el último de una larga lista de demandas por derechos de autor musicales. En Estados Unidos, se remonta al menos a 1844, cuando a un juez de Nueva York le llegó un caso sobre la reproducción no autorizada de una canción llamada “The Cot Beneath the Hill”. El demandante recibió 625 dólares por daños y perjuicios, según una base de datos histórica mantenida por el especialista en derecho Charles Cronin.
Para Sheeran, lo que está en juego es mucho más importante. Se le acusa de copiar pasajes de “Let’s Get It On” (1973), de Marvin Gaye; la familia de Ed Townsend, coautor de Gaye, presentó la demanda en 2017. Si Sheeran es declarado responsable, un jurado fijará los daños y perjuicios, que probablemente serían millonarios.