Europa entera estaba en vilo por Grecia hace ahora justo un año.
El país estaba al borde del precipicio, incapaz de hacer frente a su abultada deuda exterior y amenazando la existencia del euro, la moneda común europea.
Los griegos habían elegido en enero de 2015 a un joven primer ministro, Alexis Tsipras, líder del partido radical de izquierdas Syriza.
Tsipras prometía acabar con la austeridad y proteger a los pobres y a los pensionistas, en un país con 24% de desempleo y una deuda pública alrededor del 180% del Producto Interno Bruto.