martes 6 de junio de 2023
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Se terminó «la previa» en Juntos por el Cambio: Larreta y Bullrich aceleran sus campañas

Lección aprobada por Mauricio Macri en lo que refiere a hacer de la necesidad virtud y presentar una imposibilidad como un gesto.

El expresidente consolida el cambio que comenzó con la dura derrota en las PASO de 2019, aquella que lo llevó a abandonar la pasión por los microdatos, las encuestas y las redes para elegir el camino de las manifestaciones callejeras y la política artesanal elaborada por sus dueños.

La necesidad, que siempre tiene cara de hereje, lo llevó a la apostasía de los principios duranbarbescos, aplicados con verdadero rigor por el entonces Jefe de Gabinete Marcos Peña. De allí en adelante, hizo un uso creciente y constante de las clásicas variables de la política: el territorio y los vínculos personales directos.

Con las herramientas tradicionales remontó ocho puntos porcentuales entre las primarias y la primera vuelta cuatro años atrás y comprobó la utilidad de los artefactos denostados hasta entonces. Y, entusiasmado, fue por más. Transitó el llano y el rigor que la derrota le brinda a los derrotados a fuerza de «rosca» y desligado de operadores para constituirse en artífice de su propio destino, sin delegaciones o tercerizaciones. Recorrer el camino de la periferia al centro no le resultó sencillo.

Hay que reconocer también el mérito de la gestión del Frente de Todos en la difícil tarea de la recuperación parcial por parte del ingeniero. El último verano se mostró activo, dinámico, casi radiante, solicitado por los dirigentes de su espacio en su reducto de Cumelén.

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