Jugaban billar, se tomaban videos, se ponían flotadores de piscina para bailar. Era una fiesta de jóvenes de 17 y 18 años en una finca, sábado en la noche.
Al día siguiente, el departamento colombiano del Valle del Cauca amaneció con la noticia de una nueva masacre en el municipio de Buga, al suroccidente del país.
Cinco de los jóvenes presentes en aquella reunión fueron asesinados por tres hombres armados que entraron a las 2 de la mañana.
El dueño de la hacienda es un ingeniero de la zona. La única hipótesis que se ha repetido por más de una entidad judicial de manera extraoficial es que iban a secuestrar a su hijo.