«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser…». Todas esas rarezas presenció Roy Batty en el famoso monólogo de la película Blade Runner; pero lo que nunca vio el replicante fue un impuesto a los ricos del 91%.
Hubiera sido una buena respuesta del atónito Harrison Ford para contrarrestar tal alarde de eventos impensables.
Y es que esa tasa que existía en Estados Unidos en 1963 para gravar los ingresos que superaran los 400.000 dólares de la época, para el 1% más rico de la población, había caído más de 50 puntos porcentuales en 2019, año en que transcurre la obra de Ridley Scott.
Tal cifra suena hoy ya a verdadera ciencia ficción. Esos impuestos a los ricos se han perdido en el tiempo «como lágrimas en la lluvia».