A propósito del resultado de las recientes elecciones en Gran Bretaña, el distinguido economista y jurista norteamericano William Black plantea unas preguntas tan oportunas como incómodas sobre el trasfondo de la baja calidad del periodismo económico tácitamente mercenario que cubre los asuntos europeos en los grandes medios de comunicación establecidos de los dos lados del Atlántico.
Ignoro cuándo el New York Times adoptó la (obviamente secreta) norma que prohíbe a sus periodistas que cubren la actualidad europea leer las columnas publicadas semanalmente por Paul Krugman en ese oscuro diario llamado New York Times.
Pero puedo decir que esa norma es observada en prácticamente el 100% de los casos. Es un misterio, huelga decirlo, por qué el NYT tiene que ofrecer a Krugman, un Premio Nobel de economía, la posición más prominente del mundo para explicar teoría económica al gran público para luego exigir al propio personal que cubre las noticias de Europa que ignore todo lo que el Nóbel explica desde sus mismas páginas.
El último ejemplo de eso es la columna en la que Krugman explica que un meme mítico impera en el grueso de los medios de comunicación del Reino Unido, unos medios de comunicación, dicho sea de paso, que, en su defensa de políticas conservadoras y en su manifiesto desdén por el periodismo profesional, se parecen mucho a los oligarcas que todavía dominan el grueso de los medios de comunicación en América Latina. Krugman tituló su artículo “El triunfo de lo irreflexivo”: