«Es un negro villero»; «es una negrada»; «son negros cabeza»; «son unos negros de mierda». Cada tanto, las reacciones que generan algunas noticias vinculadas a la pobreza o a la realidad de los barrios populares y asentamientos se encargan de recordarnos que el racismo en la Argentina no siempre está ligado a un color de piel.
Hoy en día, cada vez hay mayor acuerdo en considerar a la discriminación por razones socioeconómicas como otra forma de racismo, no solo porque, de manera tácita o explícita, establece categorías de individuos sino porque, además, avala y promueve prácticas que vulneran derechos y fomentan la exclusión.