Para convertirse en anfitrión de una copa del mundo es necesario contar con varios atributos, pero hay dos que inclinan la balanza en la decisión final: influencias políticas y dinero, mucho dinero. Las cifras que demandan llevar adelante un Mundial se disparan cada cuatro años. Se estima que Brasil gastó cerca de 11 mil millones de dólares en 2014, mientras que Rusia tuvo que desembolsar unos 14 mil millones de dólares cuatro años después para tener la copa en su casa.
El Mundial de Qatar excede cualquier presupuesto conocido hasta el momento para un país organizador. La cita que estamos viviendo en Doha es parte de un plan mucho más ambicioso pergeñado por la familia real Al Thani, que rige los destinos de este pequeño y rico emirato árabe. Se estima que los qataríes gastaron más de 200 mil millones de dólares en una infraestructura que excede la construcción de ocho estadios mundialistas desde cero.