Sergio Massa espera que el Congreso sesione en algún momento cercano -en extraordinarias, algo que deberá resolver el Presidente- y apruebe un puñado de leyes. Uno de los proyectos a incluir en el listado es un nuevo blanqueo, con foco en dólares de argentinos en Estados Unidos. El problema, además del debate en sí mismo sobre la naturaleza y la repetición del recurso, es que el Congreso está paralizado. Es una expresión del deteriorado estado de cosas a nivel institucional, derivación de las cargas del oficialismo sobre la Justicia. Un cuadro que involucra a los tres poderes y que el Mundial no logró distender.
Al contrario, la situación se complicó, sobre todo en Diputados, a raíz de la medida tomada por Cecilia Moreau para frenar la integración de los representantes de ese cuerpo al Consejo de la Magistratura. La presidente de la Cámara baja jugó esa ficha como resultado de la indisimulable presión del kirchnerismo duro, desde su círculo más estrecho. Se sumó, para completar, la andanada de descalificaciones desde el Gobierno sobre la cabeza del Poder Judicial. Los dos temas, fuera de la economía, encabezaron la agenda.
La intención del oficialismo es tratar de mostrar algún signo de actividad legislativa la semana que viene, en el final de la prórroga de sesiones ordinarias, que no dejó nada fuera de algunos muy ruidosos cruces. Buscará probar suerte el martes, en Diputados, si logra reunir a aliados y algún espacio opositor. Es probable que haga también un intento en el Senado, si asegura presencia perfecta de sus legisladores y consigue que asistan los dos o tres acompañamientos habituales.