martes 6 de junio de 2023
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Tercios, internas y clima de derrota: el peronismo frente al déjà vu del 2015

Se espesa la atmósfera en el primer piso del Instituto Patria. Cristina Fernández de Kirchner se incomoda y se pone enfática: asume como una ofensa que le digan que ella, en el 2015, no hizo lo suficiente -o lo necesario- para que Daniel Scioli le gane a Mauricio Macri. Dice que “los gobernadores” le pidieron que el candidato sea Scioli, que no querían que haya primarias, que el bonaerense hizo la campaña que se le antojó y que eligió sin condicionamiento, incluso para su sorpresa, a Carlos Zannini como vice.

El episodio, que ocurrió en 2017, se rememoró en estos días tras una doble certeza: Cristina -como en 2015- no será candidata a nada, pero tendrá -a diferencia del 2015- el timón de la táctica y la campaña electoral de una elección en la que, por tercera vez en su historia, el peronismo se arriesgará a perder el gobierno siendo gobierno. Ocurrió, antes, con Carlos Menem en 1999 y con Cristina en 2015. La profecía maldita del PJ anima la malicia de que ni Menem ni Cristina querían que los suceda otro peronista.

La vice se mueve, esta vez, decidida a suprimir la sospecha: el 25 de mayo, en el acto para recordar los veinte años de la asunción de Néstor Kirchner, hará el ritual de ponerse al frente del proceso y centralizará en su única y exclusiva jefatura el plan político. Todas las incógnitas abiertas en el peronismo dependen de lo que ella decida: si habrá candidato único o PASO, si en Buenos Aires se desdoblará o no, si el candidato será un K puro o un híbrido. “Nadie resiste un llamado de Cristina”, dice un peronista con poder territorial.

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