Las exageraciones publicitarias en determinados alimentos y suplementos dietéticos llevan a afirmar que contienen hasta 88 elementos de la Tabla Periódica, incluyendo algunos radiactivos e incluso transuránidos. Habrá quien piense que esta abundancia da al producto mayor capacidad de sanación. La credulidad de cierto público es inconmensurable.
Fue Justus von Liebig quién aclaró de forma científica las principales necesidades de nutrición de las plantas: compuestos de nitrógeno y fósforo, y dióxido de carbono y agua. A su vez, las necesidades de los animales se satisfacen con la ingestión de los compuestos sintetizados por las plantas: proteínas, grasas e hidratos de carbono. Pero este simple esquema se complicó inmediatamente. Los estudios metabólicos posteriores pusieron de manifiesto la necesidad de disponer de varias sustancias en cantidades muy pequeñas, como las vitaminas o las sales minerales. Algunas vitaminas podían ser sintetizadas por el organismo, pero otras tenían que ser ingeridas con los alimentos. Todas las sales minerales tenían que venir con los alimentos también.