Es la gran pregunta de la post-pandemia: cómo y desde dónde vamos a trabajar cuando todo esto se acabe. Y en algunos entornos, como el área de San Francisco, parece estar resolviéndose a gran velocidad: una gran cantidad de trabajadores que vivían en la bahía con precios irracionalmente elevados han hecho las maletas y se han ido a colonizar zonas razonablemente cercanas (unos 300km) pero más agradables como Lake Tahoe, que ha experimentado un rápido proceso de gentrificación y ha visto los precios de sus propiedades elevarse muchísimo y a los agentes de la propiedad inmobiliaria de la zona hacerse literalmente de oro.
Es el fenómeno de las Zoom towns, del que habíamos hablado ya anteriormente: trabajadores a los que sus compañías, muchas de ellas tecnológicas, ofrecen la posibilidad de seguir trabajando en remoto, o que entienden que en lo sucesivo, podrán trabajar desde sus casas la mayor parte del tiempo, con visitas ocasionales a la oficina. Toda una categoría de relación laboral que emerge tras una pandemia que ha permitido tanto a trabajadores como a compañías comprobar que muchos trabajos podían llevarse a cabo desde cualquier lugar sin que la productividad se resintiese, absorbiendo la fricción correspondiente a los ineficientes desplazamientos y horarios fijos, y obteniendo a cambio empleados más motivados y satisfechos. Obviamente, no todas las categorías de trabajos entran en esta posibilidad, pero sí muchos de ellos, lo que ofrece muchas opciones a la optimización.