Está el tiroteo masivo cerca de un centro juvenil en Allentown, Pensilvania, y el del restaurante Subway en Durham, Carolina de Norte. Otro ocurrido detrás de una cervecería en Oklahoma City y uno más en un club de estriptís afuera de Columbus, Ohio. Dos tiroteos masivos pusieron fin a fiestas en distintas ciudades de Florida.
Y eso fue solo el día de Año Nuevo.
Para inicios de la cuarta semana de enero, el conteo había aumentado para incluir al menos 39 tiroteos distintos en los que cuatro o más personas resultaron heridas o murieron, según el Gun Violence Archive, lo que describe una sorprendente explosión de violencia en una variedad de ubicaciones en casi todos los rincones de Estados Unidos y que ha resultado en al menos 69 personas fallecidas.
El tiroteo más mortífero hasta el momento ocurrió el fin de semana en Monterey Park, California, una ciudad con una vibrante comunidad asiaticoestadounidense, en la que un hombre armado mató a 11 personas e hirió a otras nueve en un popular salón de baile. Las autoridades indicaron que el atacante, que habría elegido a sus víctimas y luego se quitó la vida, era un hombre de 72 años.