«Capo, ¿se puede laburar acá o está todo copado?». La pregunta sale después de observar el movimiento sobre la avenida Sarmiento y el entorno del zoológico y la Rural. Nicolás responde con un gesto amigable y poco después comparte sus cigarros. Anda siempre con un fajo de billetes entre sus manos. Los cuenta, una y otra vez, tal vez haciendo alarde del dinero. O sólo es una costumbre que aprendió trapeando.
Vive en Francisco Solano, tiene tres hijas -de 9, 8 y 6 años- y dice que es barrabrava de Quilmes. Está cerca de Plaza Italia, con otros barras de Quilmes y Lanús, pero no revela quiénes son sus compadres. «Yo te voy a enseñar cómo laburar», promete. Y cumple. «Te parás en la calle y metele seña con ganas. Guardá la gamuza porque siempre pasa la patrulla. Esos te pueden hacer alguna contravención y sacarte la guita. Ayer me quisieron sacar la recaudación, como $800», suelta.
La tarifa para estacionar un auto ese jueves por la tarde con la Feria del Libro a pleno, y el zoológico o el Rosedal también atrayendo gente, es de $50; si el cliente es difícil, se puede negociar una rebaja. En la zona, conviven cuidacoches independientes que no responden a ninguna organización. «Se puede picotear un poco cuando aparece algún lugar para estacionar, pero a veces se complica porque somos muchos», reconoce Nicolás. Dice que puede reunir entre $800 y $1500 por día. Los sábados y domingos la cifra aumenta.