No es rico como Jeff Bezos, ni una estrella o un ídolo mediático como Elon Musk, ni un icono como Bill Gates. Sin embargo, es el más interesante de los magnates de Silicon Valley, porque más que ningún otro personifica al nuevo capitalista, al capitalista ideológico. Un megamultimillonario que no utiliza la política para hacer dinero, sino que utiliza miles de millones de dólares para hacer política. No en vano es el hombre que quiere «emancipar a los ricos “de la explotación de los capitalistas por los trabajadores”». Es Peter Thiel (1967), alemán de nacimiento, crecido en Sudáfrica y estadounidense de adopción. Según Forbes, su fortuna asciende a 4,2 millardos de dólares.
A diferencia de otros megamultimillonarios, es licenciado (bachelor of arts) en Filosofía y doctor en Derecho (Juris Doctor). En su escrito más elaborado (The Straussian Moment, 2004), en apenas 30 páginas y con mucho descaro, siendo el descaro intelectual un hábito que cultiva con esmero, esboza una especie de Geistes Weltgeschichte, una breve «historia mundial del espíritu» a la luz de los atentados del 11 de septiembre de 2001, en la que recurre a autores como Oswald Spengler, Carl Schmitt, Leo Strauss, Pierre Manent y Roberto Calasso sin dejar de nombrar a Maquiavelo, Montaigne, Hobbes, Locke, Hegel, Marx, Nietzsche y Kojève.
Por otra parte, desde su época universitaria transcurrida en la Universidad de Stanford, Thiel no ha dejado de mostrar sin rubor alguno sus posiciones, abrazando muy pronto las más conservadoras (admiraba a Ronald Reagan ya en el instituto): según su biógrafo Max Chafkin, ya entonces pensaba que «los progresistas decentes habían aceptado a los comunistas, pero los conservadores eran incapaces de asociarse con los miembros de la extrema derecha. “Realmente esperaba que la derecha se pareciera más a la izquierda”» (The Contrarian. Peter Thiel and Silicon Valley’s Pursuit of Power, 2021, p. 38).