Ayer, la política económica cerró una etapa que se había inaugurado con el acuerdo que se selló en septiembre pasado con el FMI. En aquel momento, por primera vez desde diciembre de 2015, Mauricio Macri contó con una sola versión del proceso económico. Hasta entonces, en su cabeza habían competido siempre dos propuestas: Prat-Gay contra Sturzenegger, Sturzenegger contra Quintana, Caputo contra Dujovne.
El programa pactado en Washington se convirtió en dogma. Con la peculiaridad de todo dogma: el aislamiento intelectual del que lo profesa. Macri redujo a cero la discusión económica. A quien le manifestara una duda le esperaba la misma respuesta: la mano presidencial dejando caer un papel sobre el escritorio. «Esto es la ley de gravedad». Fin del diálogo.
Esa era concluyó ayer. Carolina Stanley, Nicolás Dujovne y Dante Sica comunicaron una batería de medidas destinadas a moderar la inflación y aliviar a los más castigados por la recesión. En el centro de esos anuncios estuvo un control de precios para 60 productos, que se extenderá durante la campaña electoral. También habrá un congelamiento de las tarifas. Cabe aclarar: no se anunciarán más correcciones, pero queda vigente la ya dispuesta para el gas, que se está cobrando en cuotas. Estas decisiones hacen juego con la fijación de la zona de no intervención cambiaria por parte del Banco Central. El dólar ya no se actualizará mes a mes. La cotización de diciembre, que habría sido $59,6, debería ser de $51,45.