Las chicas comenzaron a aparecer alrededor de las 7:00. Vistas desde la distancia, formaban líneas azules que serpenteaban por la ladera inhóspita y color marrón a lo largo de senderos estrechos marcados en la tierra, donde convergían desde distintas direcciones en la pequeña escuela al fondo del valle.
Con sus uniformes color azul cielo y velos musulmanes blancos en la cabeza, muchas de las niñas, cuyas edades oscilan entre los 7 y los 18 años, ya habían estado caminando durante una hora o más para cuando llegaron a la escuela. También había grupos más pequeños de niños, la mayoría sin uniforme, que caminaban separados de las niñas.
Para las 7:45, todos estaban reunidos para la asamblea en el patio de la Escuela Rustam, en una esquina remota del distrito Yakawlang en Afganistán. Es la única escuela de la zona donde se dan clases de primaria, secundaria y bachillerato, del primero al decimosegundo grado, y cuenta en total con 330 alumnas y 146 alumnos, cifras sorprendentes en un país donde normalmente solo asisten a la escuela un tercio de las niñas.