En los últimos años, distintas investigaciones han demostrado que el aprendizaje profundo puede igualar el desempeño de expertos humanos a la hora de interpretar imágenes médicas para la detección temprana del cáncer y el diagnóstico de enfermedades oculares. Pero también hay motivos para la cautela. Otra investigación ha señalado que el aprendizaje profundo tiende a perpetuar la discriminación. Si el sistema de atención médica ya está plagado de disparidades, las apps de aprendizaje profundo hechas sin cuidado podrían empeorar aún más la situación.
Un nuevo artículo publicado en Nature Medicine propone una forma de desarrollar algoritmos médicos capaz de ayudar a revertirla desigualdad existente, en lugar de exacerbarla. Según el profesor asociado de la Universidad de California en Berkeley (EE. UU.) que supervisó la investigación, Ziad Obermeyer, la clave es dejar de entrenar los algoritmos con el objetivo de que igualen el desempeño de los expertos humanos.
El artículo analiza un ejemplo clínico específico de las diferencias que existen en el tratamiento de la osteoartritis de rodilla, una enfermedad que causa dolor crónico. Evaluar el nivel de dolor ayuda a los médicos a prescribir el tratamiento adecuado, que puede incluir fisioterapia, medicamentos y cirugía. Esto lo suele llevar a cabo un radiólogo que revisa una radiografía de la rodilla y califica el dolor del paciente en la escala de Kellgren-Lawrence (KLG), que calcula los niveles de dolor en función de la presencia de diferentes características radiográficas, como el grado de la pérdida de cartílago o el daño estructural.