Hace tres décadas la psicoterapia new age de moda era regresar a vidas pasadas: alguien, un psicólogo transpersonal, un psicoanalista o un gurú, te colocaba en trance hipnótico, o lo que vos creyeras que fuera, y te llevaba a viajar a esas encarnaciones donde solías ser otra persona. Los facilitadores de las famosas Constelaciones no usan hipnosis ni la creencia en la reencarnación, pero te pueden llegar a convencer de que tus ancestros, e incluso familiares que no conociste, son culpables de todo lo malo que te pasa. El texto del título fue el inicio de una conversación con un querido amigo de Factor.
“Un juego perverso”, así concluyó su carta Marcelo Acuña, un amigo especializado en informática residente en San Marcos Sierra, el histórico “enclave hippie” en las sierras de Córdoba.
La carta de Marcelo coincidió con el comentario de otro amigo, el Dr. Diego Sarasola, a quien el diario El Día de La Plata le preguntó por la pseudoterapia en cuestión.
Leo la nota y encuentro a los argumentos de Sarasola más “dulces” que lo habitual en él. Le pedí que me enviara el original. Efectivamente, la redactora, o su editor, fue seducido o seducida por las Constelaciones. O supuso que la dureza de ciertas expresiones del médico podrían incomodar a alguien y decidieron morigerarlo. Él mismo me refirió que también le habían guadañado cierto toque irónico.
