A pocos días de dejar la presidencia, George W. Bush firmó el decreto que pone en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Perú. Los demócratas se oponían asegurando que el país sudamericano no completó las reformas requeridas.
Frente al inminente cambio de gobierno – y de signo político – en la Casa Blanca, el gobierno peruano temía que la nueva administración estadounidense, enfocada en el combate a la recesión y la salvaguarda de sus puestos laborales, retrasara el TLC.
El acuerdo económico le permitirá a Perú expandir su acceso sin aranceles al mercado estadounidense más allá de las preferencias comerciales otorgadas en la década de ‘90. Por su parte, el país andino estará obligado a eliminar las cargas sobre más del 75% de los productos industriales y de consumo, además de levantar las trabas a los productos agrícolas norteamericanos.
El Tratado de Libre Comercio ya había sido aprobado por ambas cámaras del Congreso estadounidense, sin embargo, el presidente de la Comisión de Medios y Arbitrios de la cámara baja, el demócrata Charles Rangel, había pedido esta semana no ponerlo en vigencia: «Perú adoptó nuevas leyes y reglamentos que crearon vacíos en el acuerdo marco de 2007», indicó.
Contrariamente a los deseos demócratas, la representante Comercial de EE.UU., Susan Schwab, celebró la firma del decreto asegurando que es “un hito importante en nuestra relación con Perú, uno de nuestros principales aliados en América Latina”.
A todo esto, Bolivia ya elevó una queja aduciendo que la Comunidad Andina se verá seriamente perjudicada por el acuerdo económico.
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lta.reuters.com/article/businessNews/idLTASIE50F2LO20090116
www.correoperu.com.pe/lima_nota.php?id=81669&ed=14
www.la-tribuna.org/nota_completa.php?ed=145&id=2744